¿Dios siempre contesta nuestras oraciones?
Con mi hija Zoe solemos tener un tiempo devocional en las mañanas. Honestamente, esta hora con ella suele ser uno de los momentos más lindo de mi día. A veces la idea es reunir a un buen número de peluches, leer la Biblia juntos, leer un devocional y orar por el día.
Como Zoe tiene 5 años su imaginación es extraordinaria. Me acuerdo que un día de este año, por ejemplo, estabamos teniendo nuestro devocional y cuando llegó el momento de orar nos tomamos de la mano con los teddy y oramos especialmente por uno de ellos que estaba “enfermo”. Cuando yo iba a orar Zoe me dijo: “No papi, voy a orar yo porque yo soy la mamá”. Le dije “Ok, orá vos” y así lo hizo. Quiero decirte que no hay nada comparable a ver crecer a nuestros hijos en la fe y en su relación con Dios.
Zoe oró por el teddy pidiendole a Dios su sanidad y luego terminó la oración con un fuerte “amén”. Cuando terminamos de orar le pregunté a Zoe: “¿Cómo está el teddy? ¿Se sanó?” y ella me contestó: “No, todavía no”. Esto me dejó deconcertado pero también me llevó a reflexionar.
¿Cuántas veces nos ha pasado que hemos orado por algo específico y la respuesta pareceriera que nunca llegó o que no fue de la manera que esperábamos? Ese día me fui a la Biblia y busqué pasajes que me puedan enseñar por qué a veces Dios no contesta nuestras oraciones de la manera que nosotros quisiéramos. Me encontré con tres casos que quiero compartirte hoy:
1. Pablo. En su segunda carta a los Corintios el apóstol Pablo confiesa su lucha personal con un llamado “aguijón en su carne” que lo estaba atormentando continuamente (2 Corintios 12:7-9). La mayoría de los teológos concuerdan que este “aguijón” pudo haber sido algún tipo de enfermedad dolorosa (como migrañas), o algún problema en su vista, o incluso convulsiones. Pablo le pidió al Señor en tres oportunidades que lo sane y libre de este aguijón y Jesús le dijo: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad”. Pablo no recibió la respuesta que esperaba.
2. Epafrodito. Este hombre fue uno de los compañeros de ministerio más importantes para Pablo tal es así que en el libro de Filipenses, al citar vidas dignas de imitar debido a su fe y testimonio ante los hombres, Pablo cita a Jesucristo, a sí mismo, a su hijo espiritual Timoteo y también a Epafrodito. Aun siendo tan importante para el avance de la Iglesia en un momento de su vida este hombre cayó enfermo y estuvo a punto de morir (Filipenses 2:27). Dice Pablo que Dios tuvo misericordia de él y le restauró la salud para que pudiese continuar su tarea, pero ¿por qué Dios permitió que enfermase de esa manera? Quizás, al igual que en el caso de Pablo, esto fue así para que el poder de Dios se perfeccione en su debilidad.
3. Timoteo. Podríamos decir muchas cosas acerca de Timoteo. Tanto él como Tito fueron los brazos del apóstol Pablo y fueron los hombres que continuaron su labor apostólica estableciendo líderes y fundando iglesias. Pero sin importar cuán importante era Timoteo para el avance de la iglesia, él también tuvo que sufrir su propio aguijón en la carne padeciendo de muchas enfermedades estomacales que debieron ser tratadas con medicina (1 Timoteo 5:23). ¿Por qué Dios no respondió sus oraciones y lo sanó milagrosamente de estas enfermedades? No lo sabemos. De seguro Timoteo tuvo que aprender de su mentor y decir: “Me basta tu gracia Señor, tu poder se perfecciona en mi propia debilidad”.
Y así la lista podría continuar. Aun más podríamos agregar nuestras propias historias de cuando nuestras oraciones parecieron no ser contestadas, de cuando las cosas no fueron de la manera que nosotros esperábamos.
La realidad es que Dios siempre contesta nuestras oraciones, aunque a veces no entendamos sus maneras y tiempos.Click To TweetZoe oró por su teddy bear y en su imaginación éste no se sanó instantáneamente pero esto no hizo que ella dudase y que dejara de orar. Recuerda lo que Dios reveló de sí mismo mediante la boca de Isaías:
“Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.” (Isaías 55:9)
Dios sabe perfectamente qué es lo mejor para nosotros. En Él están nuestros tiempos. Y Él es quien va delante de nosotros llevándonos por el mejor camino, su perfecta voluntad. Así que no te desesperes si su respuesta pareciera tardar o que llega de una manera que no esperabas. Recuerda siempre que su poder se perfecciona en nuestra debilidad.