El Peligro de la Resignación y la Falsa Seguridad

En 2006, Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook, con tan solo 22 años, rechazó ofertas billonarias de dos gigantes de los medios de comunicación de Estados Unidos, Viacom y Yahoo, que querían adquirir los derechos de Facebook, hoy por hoy la red social más popularizada e importante del mundo. Mark Zuckerberg decidió creer en sí mismo y en su creación antes de aceptar una oferta que le hubiese provisto seguridad y certeza.

Es innegable que todos somos víctimas de la gran tentación de refugiarnos cómodamente en la seguridad. Mientras que es entendible y a veces hasta correcta la decisión de permanecer en una zona de comodidad o confort personal esta decisión a menudo se transforma en un error.

En las Escrituras, este tipo de tentación es lo que llevó a muchos de los israelitas a querer quedarse en Egipto. Éstos prefirieron ser “cómodos esclavos” de sus circunstancias presentes antes de adentrarse a una libertad enigmática y desconocida. Por ello la “comodidad” y el amoldamiento a las circunstancias actuales es uno de los enemigos acérrimos del cambio y el progreso. Aun peor, la comodidad y la búsqueda de seguridad pueden llevarnos de regreso a Egipto. El libro de Deuteronomio registra una descripción horrible de la miseria del pueblo de Israel. Esta sección comienza con estas palabras:

“Pero si te niegas a escuchar al Señor tu Dios…” (Deuteronomio 28:15 – NTV)

Los siguientes 52 versículos describen cómo la vida de una persona puede llegar a deteriorarse cuando el diseño que Dios tiene para la organización de la sociedad, como se encuentra establecido en toda la Palabra, es ignorado.

El sistema de Dios regula tanto nuestra relación con Él como con los demás. Cada vez que las personas rechazan una visión Cielo-céntrica de la vida, el crecimiento poblacional se traduce en un número cada vez más grande de personas que reciben pero no producen. El ciudadano común pierde así tanto la voluntad como la habilidad de defenderse a sí mismo contra los depredadores internos y los enemigos externos. La palabra común de una sociedad así es la resignación. Si la sociedad en su conjunto no se vuelve a Dios dentro de no muchas generaciones, la que fue una vez una sociedad fuerte, exitosa y vibrante se inclinará ante la insignificancia geopolítica. Sus habitantes sufrirán en angustia sin nunca entender qué es lo que en verdad pasó, qué no funcionó, o aun peor, buscarán “chivos expiatorios” que calmen sus ansias de respuesta (dícese en Argentina “echarle la culpa al político que estaba antes”).

La aterradora sección de Deuteronomio 28:15-68 termina de esta manera:

“Luego el Señor te enviará en barcos de regreso a Egipto, el lugar que prometí que nunca volverías a ver. Allí tratarás de venderte como esclavo a tus enemigos, pero nadie querrá comprarte” (Deuteronomio 28:68).

¿Por qué la consecuencia final de vivir una vida de decadencia secular es encontrarnos a nosotros mismos siendo transportados de regreso a Egipto en barco? La palabra hebrea para “barco” es ANiYaH que contiene el pronombre personal de la primera persona del singular “yo” (en hebreo: “ANi”). Esta palabra siempre implica embarcarse en una jornada significativa, ya sea positiva como negativa.

Hemos escuchado frases como “estoy haciendo mi viaje de descubrimiento” que indica, mediante la metáfora de cruzar un océano, un viaje o transición importante en la vida. El océano o masa de agua más significativa que cruzó Israel a lo largo de su historia fue sin lugar a dudas el Mar Rojo. Como relata el libro de Éxodo, Israel no tuvo necesidad de usar un barco para poder cruzarlo. Dios dividió las aguas permitiéndolos a los israelitas cruzar el mar en seco, es decir, a pie.

Con esto en mente podemos entender Deuteronomio 28:68 de una manera más amplia.

La decadencia, el declive y el deterioro son todas consecuencias de una sociedad que ha abandonado el diseño de Dios. La recta final de esta caída es cuando las personas pierden la alegría de ser individuos únicos y creativos que voluntariamente buscan salir de su Egipto. Como siempre, Dios los guía a lo largo de este camino.

A su vez el Egipto de la Biblia no es solo un país del cual Dios sacó a los israelitas durante el Éxodo. La palabra hebrea para Egipto es M-TZ-R-IM (Mitzraím) que también significa “estrecho, confinado y restringido”. Lamentablemente, las personas que han abandonado a Dios, aun sin darse cuenta, anhelan la falta de libertad o esclavitud que Egipto representa. Voluntariamente renuncian al destino que Dios tiene para ellos a cambio de una promesa (falsa) de subsistencia y seguridad a pesar de que al hacerlo siempre van a limitar el potencial ilimitado que una vez disfrutaron.

Como señala el último versículo de Deuteronomio 28, las personas que han abandonado el camino de Dios terminan descubriendo que nadie los quiere. Después de haber caído en la depravación autoindulgente, llegan a tener tan poco valor para las personas que incluso como “esclavos” no pueden encontrar compradores.

La buena noticia es que sí hay alguien que quiere comprarnos aun cuando estemos atravesando el peor momento de nuestras vidas, sintiéndonos sin valor y desmerecidos. Esa Persona es Jesucristo quien, pagando el precio por nuestras vidas con Su sangre, quiere hoy comprarnos para retornar al diseño de Dios que a causa del pecado hemos perdido.

El apóstol Pablo señala esto al decir:

“porque Dios los compró a un alto precio. Por lo tanto, honren a Dios con su cuerpo” (1Co 6:20)

“Dios pagó un alto precio por ustedes, así que no se dejen esclavizar por el mundo” (1Co 7:23)

Como señala el apóstol Pablo tenemos que escapar continuamente de todo lo que nos quiera limitar e impedir alcanzar nuestro propósito final. Jesucristo nos ha llamado a libertad, por ello ¡vivamos en esa libertad!

Necesitamos escapar de nuestros Egiptos, ya sea que los mismos sean adicciones de diverso tipo, falta de educación, problemas familiares, escasez, desempleo, depresión o cualquier otra situación que nos detenga en nuestro propósito eterno.

Nuestro “Egipto personal” es así todo aquello que limite el uso de los talentos que Dios nos ha dado para Su gloria. Por ello hoy levantémonos confiados en Cristo Jesús que nuestra libertad ya ha sido pagada, quitemos de nuestro camino todo aquello que nos impida crecer en nuestra vida y glorifiquemos a Dios con nuestros talentos. No te quedes en la zona de comodidad, falsa seguridad y resignación. Hay una Tierra Prometida por delante, ¡tómala!